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-¿Y os gusta Rotorua?
-Sí, bueno… en realidad hemos llegado hoy.
-¿Qué habéis visitado de la ciudad?
-Más bien nada, es que justo al llegar se ha puesto a llover muy fuerte y hemos decidido venir directamente al Polynesian Spa. Mañana iremos a ver el géiser, el Pohutu. ¿Siempre llueve tanto aquí?
-Bueno, es invierno. A veces llueve, otras veces no. Yo no soy Dios, no sé qué tiempo va a hacer. Tenéis que ir a Whaka, allí os contarán toda la historia del pueblo maorí, su cultura y su estilo de vida. Además, el poblado tiene muy buenas vistas del géiser.
-¿Whaka?
-Sí, Whaka.
El simpático hombre, se despidió de nosotros y salió de la piscina verdosa en la que nos encontrábamos, se calzó unas sandalias y se dirigió a una piscina aún más caliente para seguir disfrutando de las propiedades minerales de los baños termales.
El Polynesian Spa donde nos encontramos cuenta con siete piscinas al aire libre, con temperaturas que van de los 36 a los 42 grados y vistas en primera línea del lago, por lo tanto es ideal para relajarse en un día de lluvia.
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A la mañana siguiente, a primera hora, llegamos a la puerta de entrada a la aldea de Whakarewarewa (Whaka, como lo abrevió nuestro compañero de piscina). Se trata de un poblado maorí en el que aún viven 25 familias. Decidimos contratar un guía local, pues la aldea acepta las visitas de turistas desde hace más de 100 años. Rotorua, donde nos encontramos, es considerada la ciudad de la cultura maorí puesto que es el lugar donde habitan más maoríes de toda Nueva Zelanda. Por lo tanto, la aldea de Whaka es un sitio extraordinario para empezar a empaparse de esta antigua cultura.
Se cree que los maoríes proceden de una tribu hawaiana que llegó a Nueva Zelanda en canoa a finales de la Edad Media. El nombre concreto de la aldea que nos proponemos visitar es Te Whakarewarewatanga o Te Ope Taua a Wahiao y su significado es “lugar de reunión del ejército de Wahiao”, pues fue donde 300 años atrás un jefe guerrero llamado Wahiao reunió allí a un ejército entero con el objetivo de vengar la muerte de su padre. Llama la atención la larga extensión del nombre del poblado, y en general, de muchas de las palabras pronunciadas en lengua maorí, por este motivo sorprende descubrir que en este idioma solamente utilicen 5 vocales y 8 consonantes para formar sus frases y palabras. El nombre de la tribu que habita este poblado es Tuhourangi Ngati Wahiao.
Lo primero que uno percibe nada más acercarse a la aldea de Whaka es un olor intenso a azufre, pues ésta se encuentra en una zona geotérmica muy activa, es por esto que la tribu vive rodeada de manantiales de aguas termales y vapores.
La entrada a la aldea se realiza por debajo de un arco conmemorativo de madera construido con motivo de los miembros de la tribu y soldados que cayeron en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial. Después del arco atravesamos un pequeño puente que desemboca en el templo maorí de la aldea. Más que un lugar dedicado al culto, es un centro de reunión. El templo de madera coloreada está tallado con motivos maoríes tradicionales y representa las diferentes partes del cuerpo humano. En sus paredes podemos hallar diferentes filas de figuras, las de más arriba representan las generaciones más antiguas, mientras que las figuras de abajo hacen referencia a las más jóvenes. Su lengua está dividida en dos partes: la parte terrenal y la parte espiritual, que han de encontrarse siempre en armonía.
Algunas de las casas del poblado también cuentan con este tipo de figuras, los llaman guardianes o protectores y a menudo son representados con un patu, una de las armas tradicionales maoríes. Sin embargo, este pueblo hace ya muchos años que abandonó las armas, pues ya no las necesitan.
La tribu de Wahiao, a pesar de haber adaptado muchas de las costumbres y facilidades que ofrece la tecnología, todavía mantiene un fuerte vínculo con la naturaleza. Sus casas están construidas con madera de un tipo de helecho y sus vestidos tradicionales se confeccionan con la planta de flax. Asimismo, aprovechan toda la actividad geotérmica que ofrece la tierra. Se bañan dos veces al día en piscinas naturales y cocinan con el calor que extraen del suelo, una forma tan saludable como económica. “¿Veis esa piscina de allí?”, pregunta el guía. “Se tarda unos 4 minutos en cocer una zanahoria y solo 30 segundos en cocinar el marisco”.
En el cementerio del poblado, debido a la actividad geotermal de éste, las tumbas se encuentran sobre la superficie y no bajo tierra, como estamos acostumbrados.
Y es que no es de extrañar que la aldea esté llena de humos y olores sulfurosos, pues además de los manantiales de aguas minerales de Whaka, encontramos a pocos metros Pohutu, el géiser más grande de Nueva Zelanda y el volcán de Tarawera.
Este mismo volcán fue el que en 1886 destruyó con su gran erupción las terrazas naturales que se encontraban en este emplazamiento, unas terrazas que gracias a su belleza fueron catalogadas por muchos como la octava maravilla del mundo.
Nuestro recorrido por Whaka acaba con una pequeña representación de danza y canto maorí de la mano un grupo local: Te Pakira. Los cinco componentes del grupo nos deleitan con la Haka, la tradicional danza de guerra que utilizaban para intimidar a sus enemigos, con Waiata a Ringa (o canciones de acción) y danzas con bolas y juegos de palos. Cuando acaban, juntan las narices y se despiden según el saludo típico maorí.
Los ojos muy abiertos, la lengua fuera, gritos tribales y movimientos firmes. Bailes y danzas tradicionales que mantienen viva la cultura maorí.
Es como en Beppu en Japón! Solamente que en Beppu viven miles de personas y parece q la ciudad va a estallar en cualquier momento. Y ahí hay onsen por todas partes para que todo el mundo pueda disfrutar de agua calentita con olor a azufre.
Es muy chulo eh?! Yo quiero una piscinita de estas para bañarme todos los días!! =)