Seis camas, cuatro ruedas, un baño, una pequeña nevera, muchas maletas, mosquiteras, algunos mapas, decenas de armarios pequeñitos, botas de montaña a la entrada y un manual enorme de instrucciones de uso. Todo esto en siete metros y medio de caravana.
¿Cómo se enciende la luz? ¿Cada cuánto hay que cambiar el depósito del baño? ¿Cómo convertimos los asientos de atrás y escondemos la mesa para montar la cama que falta? ¿Cuántos voltios se necesitan para que funcione el microondas? ¿Cómo se enchufa la batería del camping? ¿Qué se puede tener encendido mientras estamos en marcha? ¿Cómo se calienta el agua? ¿Y el gas? ¿Para qué sirve este botón? ¿Qué pasa si toco este otro interruptor? ¿Cómo volvemos a montar la mesa?… A todo esto súmale el reto de convivir cuatro personas en un espacio tan reducido durante algo menos de un mes, además de conducir un trasto de casi ocho metros y de hacerlo por la izquierda.
Lo primero de todo, un nombre. Después darle muchas vueltas y de descartar varias propuestas, bautizamos a nuestra pequeña casa sobre ruedas con el entrañable nombre de El refugio del kiwi.
Tiene dos camas que se encuentran permanentemente montadas, la primera en la parte de atrás del vehículo y la segunda a modo de ático-litera sobre los asientos del conductor y el copiloto. Es bastante fría, sobre todo por las noches, además ya no nos atrevemos a encender el calefactor portable (el primer intento no dio demasiados buenos resultados ya que hizo saltar el detector de humo). Durante el día, las mosquiteras nos proporcionan un original paisaje a cuadros y, de vez en cuando, los objetos que no han sido debidamente fijados se abalanzan sobre nosotros y le restan monotonía a los largos viajes. Los colchones aquí dentro son algo incómodos y los asientos nos van escupiendo cuando la caravana se pone en marcha. En cuanto a la alimentación, las comidas son muy poco elaboradas, a lo más estilo piso de estudiantes. Pero bueno, no podíamos esperar más, pues solo poner a hervir agua es toda una odisea.
Sin embargo… Qué coño, ¡dormimos en una caravana! Al fin y al cabo somos los lords de la carretera.