Isfahán y su descomunal plaza Meidan Eman – Día 3

Una visita a Isfahán no estaría completa sin darse una vuelta por el barrio armenio de Jolfa. Se trata de una zona tranquila que cuenta con importantes iglesias, múltiples cafés y varios restaurantes. La comunidad armenia se estableció en Isfahán a principios del siglo XVII cuando el Shah ordenó el traslado de 10.000 familias armenias desde el Caucaso para así garantizar su seguridad frente al Imperio Otomano y al mismo tiempo enriquecerse con sus conocimientos sobre de la seda. Se les permitió libertad de culto y en su día se construyeron hasta 30 iglesias, de las cuales solamente sobreviven 13.

\"8\"

Antes de empezar a visitar las iglesias de este peculiar barrio nos tomamos un té en un agradable salón de té tradicional situado en la plaza de Jolfa. La primera parada la hacemos en la iglesia de Belén. Qué escena tan particular, la de decenas de mujeres cubiertas con el velo musulmán visitando una iglesia católica. Un contraste único. Las pinturas de esta iglesia son de colores vivos e ilustran diferentes pasajes de la biblia. En la pared norte del templo se encuentran representadas las horribles torturas infligidas a los mártires San Gregorio, San Sergio, San Mercurio y San Teodoro.

 

Desde la iglesia de Belén, la Catedral de Vank queda a pocos pasos. Esta catedral fue construida a principios del siglo XVII aunque más tarde tuvo que ser reformada y en el año 1764 se añadió la torre de la campana. El interior de ésta está decorado con un estilo que curiosamente combina elementos islámicos y cristianos. En sus paredes están representadas escenas de El Viejo y El Nuevo Testamento: la historia de la creación, el asesinato de Abel, la Anunciación, Moisés y los 10 mandamientos o el Juicio Final. Entrando a la izquierda podemos ver representado a San Gregorio junto al rey armenio que ha sido convertido en un cerdo por haber torturado a doncellas cristianas. Entrando a la derecha se encuentra otra vez la imagen de San Gregorio, al que le están realizando una irrigación del colon a modo de tortura.

\"8-3\" \"8-2\"

De pronto una oleada de flashes iluminan la estancia y entra un importante obispo engalanado con su túnica negra y una voluminosa cruz dorada. Le siguen varios personajes políticos y el personal de seguridad. Causa cierto revuelo entre los visitantes pero enseguida se marcha. Cuando sale al patio nosotros lo hacemos con él. Desde el patio se puede acceder a un pequeño museo armenio en el que se encuentran antiguos manuscritos, pinturas, recortes de prensa y demás documentos históricos.

\"8-4\"

Al salir de la catedral un chico se nos acerca y nos recomienda que subamos al parquin de al lado para disfrutar de las vistas. Le agradecemos la información y seguimos su consejo.

\"8-5\"

Solo nos lleva unos pocos minutos de más. Es ya la hora de comer así que decidimos entrar en uno de los restaurantes del barrio armenio, el Hermes. Tenemos que esperar un poco pero la comida es abundante y de muy buena calidad. Además, este restaurante tiene lo que más de menos habíamos echado hasta entonces: variedad. Una vez hemos llenado nuestros estómagos dejamos atrás el barrio armenio y seguimos la ruta hasta el pabellón de Chehel Sotun (que en persa significa 40 columnas), uno de los pabellones safavidas más importantes de la época. De camino podemos apreciar esta vez a plena luz del día el puente de Se-o-se.

\"8-6\"

El pabellón de Chehel debe su nombre al reflejo de sus 20 columnas en la fuente que se encuentra a sus pies. En este lugar, los gobernantes safavidas recibían a los enviados extranjeros. Descansamos en el patio y nos hacemos algunas fotos con varias familias iranís antes de volver al hotel para recobrar fuerzas.

Esta vez, el escenario de nuestro paseo vespertino es el puente Khaju, donde también puede verse mucha actividad social. Al otro lado del río los iranís hacen picnics, pasean, juegan en los parques y patinan en las plazas.

A las 21:30 hemos quedado con Farzad, aquel simpático chico que nos pagó el taxi en Qom. Le habíamos prometido que le invitaríamos a cenar y así lo hicimos. Acabamos yendo en su coche a un restaurante tradicional iraní situado al lado de la mezquita del Shah. Pide él y en poco rato nuestra mesa se llena de comida: yogurt, estofado de berenjenas, estofado de verduras, estofado de judías, dizi, arroz, una especie de hebras de pollo mezcladas con miel, carne picada rebozada… ¡Pero bueno, que solo somos 4! El plato estrella es el dizi, también conocido como Abgoosht, una especie de estofado de cordero con garbanzos, patata, cebolla y tomate. Éste se machaca y se come con pan. Farzad nos cuenta que tiene que estar cociéndose unas 12 horas antes de ser servido. Al principio se muestra más tímido pero luego enseguida nos entendemos.

\"8-8\"

Nos habla de la comida iraní, de su familia y de lo difícil que es en general viajar a según qué países, por ejemplo tienen totalmente prohibido visitar Israel. Le pregunto por Facebook, que aparentemente está bloqueado en el país, y Farzad se ríe y me confiesa que él también tiene cuenta de facebook. Al salir del restaurante paseamos un rato por la plaza Meidan Eman y le preguntamos acerca de una bebida que aún no hemos probado y no conseguimos saber de qué está hecha. Son semillas de mostaza, nos explica, y al final acaba invitándonos a un vaso. La verdad es que no nos gusta a ninguno pero hacemos el esfuerzo por ir bebiéndolo hasta que mi madre consigue muy discretamente deshacerse de él.

\"8-7\"

Antes de acompañarnos al hotel para un momento en una de las tiendecitas de la plaza para regalarnos varias cajas de dulces. No podemos decirle que no así que aceptamos de buena gana y dejamos que nos lleve de vuelta al hotel. Ha sido todo un placer, Farzad. Nos despedimos muy agradecidos por su hospitalidad y nos vamos a la cama repitiéndonos una vez más “¡qué gente tan amable, qué país!”.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *